Sydney, museos
- lectura de 3 minutos - 567 palabrasLluvia. Hoy ha estado lloviendo todo el día, lo cual ha limitado mucho nuestras posibilidades, así que ha sido día de museos.
Empezamos en el museo marítimo, que está en frente del hotel al otro lado del puerto. Sólo hay que cruzar por un puente peatonal. Tiene una parte gratuita, que es la que vistamos, y una parte de pago que no visitamos aunque seguro que está bien. Es un museo dedicado al mar: barcos, faros, marineros, helicópteros de rescate e historias de gente. Casi lo que más me gustó fue el faro que tienen. Pero lo que destaco es que, como todos los museos de Australia, tiene jubilados como voluntarios, que me parece una gran iniciativa. En el caso de hoy, a lo que se dedicaba este señor es a hacer maquetas de barcos, de las que el museo tiene una buena colección.
Siguiente parada, el mercado de pescado. Está muy bien: accesible para los coches, para los barcos y para los peatones. Mucho marisco, mucho pescado y sitio donde comprarlo preparado y comerlo. Me hizo ilusión que había una tienda establecida en 1985 que se llama “Claudio’s seafood”. Comimos una brocheta de marisco muy buena que sirvió de aperitivo.
El tercer sitio de interés del día fue el Powerhouse Museum. Es un museo sin una aparente coherencia entre las cosas que tiene dentro, trajes, ornamentos, coches, explicaciones sobre el ahorro energético o sobre la no vida en comunidad de Ulan Batorr. Y, sin embargo, lo recomendaría a todo el mundo: es un museo maravilloso.
Luego fuimos a comer pasando por unos jardines chinos que están en frente del centro de convenciones de Sydney donde se está celebrando el congreso sobre el papiloma. El lugar elegido fue el Hay Market, porque la guía decía que su sitio de comidas era muy bueno. También decía que es donde comprar souvenirs y otras cosas. Es un lugar extraño porque es difícil orientarse dentro y tiene desde una parte que es mercadillos de cosas que, si no son falsificaciones, lo parecen, otra de outlet y otra de venta de comida (un mercado propiamente dicho). Pero acertamos con la comida: un sitio de comida coreana donde pedías la carne y te la servían cruda. El truco es que en tu propia mesa hay una barbacoa. Wagyu y angus, ¡que se note que es nuestra luna de miel!
Llovía, así que el paseo hasta los barracks no fue agradable. Eso sí, el museo está bien, te cuenta tanto la historia de Sydney con algunos cuadros muy bonitos y objetos de la época. También tiene una parte en el tercer piso que recrea cómo era la vida entonces: vivían todos muy hacinados y no había baños ni nada, no era el mejor sitio para estar.
Ya no nos daba tiempo a ver más museos (cierran todos a las cinco), así que nos fuimos a la cafetería de Lindt a tomar un chocolate. Caro y estupendo. Como seguía lloviendo, dedicamos el resto del día a pasear por las tiendas de Sydney. La sensación es que hay más que en Melbourne, y más lujosas también.
Cenamos en el edificio de la reina Victoria, que es un centro comercial y volvimos al hotel.
Mañana también dan lluvia, pero creo que aún así vamos a ir a Bondi beach. Y, si lo conseguimos, al concierto de Michael Bublé. No funciona la web para comprar las entradas.