Consulta normal y tarde de paseo al sol
- lectura de 3 minutos - 435 palabrasHoy no tenemos novedades. El día ha sido bueno. Bastantes pacientes por la mañana para no aburrirnos, con sus problemas en rango de cero a grave… En esta clínica tan pronto ves gente que viene a hacerse una revisión y se inventa síntomas como los que llegan pasados de vueltas, demasiado tarde para hacer nada. La señora que exige una ecografía cerebral porque siente que algo se le mueve en la cabeza y el señor que viene paralizado de cintura para abajo, caquéctico, desde hace dos años.
Nuestro plan inicial era hacer bizcocho, pero hacía tanto sol que era imposible quedarse en casa, así que nos fuimos de excursión a buscar lapas y recorrer la zona. Lapas nuevas no encontramos, pero como seguía haciendo buen tiempo (lo repito mucho, sí, pero es que es algo raro) nos animamos a volver por el camino al pueblo que nos había llevado Patricia el domingo.
Cruzamos uno de esos extraños controles policiales basados en una cuerda con banderines a nivel de rodilla que un señor sube y baja. Según nos han dicho el criterio de pararte o no es el deseo que tengan de pedirte un soborno. Nosotras creíamos que por blancas nos lo pedirían, pero como tienen aprecio a las hermanas por su trabajo en la clínica nos dejaron pasar sin ningún problema. Por el camino nos encontramos a un grupo de niñas cargando cosas varias en la cabeza que en seguida se nos unieron en la marcha. Una de ellas, especialmente emocionada y correteando, iba jugando con un hacha que nos tenía a todas de los nervios porque la veíamos clavada en el pie de alguien.
Llegó un momento en el que estábamos ya algo tensas con toda la comitiva que nos rodeaba y un señor bastante pesado que cambió su rumbo y se volvió hacia Mile con nosotras, pidiéndonos que lo lleváramos a España. Intentamos acelerar el paso para dejarlos atrás pero como no conseguíamos zafarnos, probamos una segunda estrategia que era parar en seco para que siguieran ellos hacia delante. Por supuesto esta idea fue inútil, aunque muy graciosa: Rocío se agachó para atarse los cordones y la marcha de todo nuestro séquito paró en seco, esperándola.
Para rematar la jornada acabamos en el bar (nuestro bar de confianza ya) tomándonos una Coca-Cola. Fuimos espectadoras de la caza y matanza de los pollos (nada fácil con lo que corren los bichos) y también grabadas en el móvil de un niño que pasaba por ahí. Idiosincrasias del país: no hay dinero para ropa, no hay dinero para comer, pero sí para móvil con conexión 3G.