Más orangutanes
- lectura de 3 minutos - 553 palabras¡Cómo refresca por la noche! Pensando que iba a persistir el calor húmedo infernal que nos llevaba acompañando todo el día me había puesto en pantalón corto y camiseta y no pude arrepentirme más. Las camas estaban muy bien, unos colchones en la cubierta protegidos por una mosquitera sirvieron más que de sobra para coger el sueño.
Amaneció sobre las 6 (o un poco antes porque a las 6 que fue cuando me levanté ya era de día) y estaba todo empapado de la humedad condensada durante la noche.
Desayuno de campeonato (tortillas, tortitas, tostadas, zumo…) y a las 9 bajada en la segunda base para nuevo avistamiento de orangutanes. Esta vez la plataforma estaba más cerca pero no fue tan impresionante como ayer porque había menos. Aún así nos encontramos con una ardilla muy simpática que intentaba robar la comida al orangután macho.
Y también una madre con un pequeñuelo que colaboraba con la causa de robar plátanos al mayor.
De vuelta al barco nuestro guía estuvo enseñándonos a hacer trampas para cazar jabalíes. En su pueblo todavía no ha llegado la electricidad, ni el concepto de mercado por lo que se dedican a la supervivencia pura y dura. Comes lo que cazas (con lanzas mojadas en veneno o con trampas) y listo.
Otra vez comida para no pasar hambre en un mes de camino a la tercera y última estación, Camp Leakey la más famosa de todas. Fundada en 1971 por Dr Biruté Galdikas, se llama así en honor a Louise Leaky, que fue quien formó a Jane Goodall y Dian Fossey. Es actualmente un centro de investigación de orangutanes y otros animales de la selva, que permanece abierto todo el año. A los turistas sólo se les permite pasar de 2 a 4, para molestar a los orangutanes lo menos posible.
Aún así, los orangutanes están bastante acostumbrados a la presencia de personas y es donde los ves más de cerca de las tres estaciones. De hecho el gorila alfa de toda la reserva, Tom, sale de “los límites” que hay para turistas y se mete entre las multitudes sin ningún tipo de problema (mientras los demás salimos corriendo no vaya a ser que nos mande de vuelta a Java). Una vez más pringadísimos del sudor (qué calor infernal y qué humedad hace aquí) llegamos al barco y hoy sí que nos duchamos. Inicialmente nos habían dicho que mejor una ducha en estos días porque tenían poco agua para todos. La ducha en sí era una alcachofa al lado del wc , sin desagüe ni otras modernidades, con las arañas y mosquitos que hay habitualmente en el baño… eso sí, con estas vistas.
Deshicimos todo el camino que habíamos hecho ayer y hoy tomándonos una Bintang y charlando con nuestro guía, quien siguió demostrando que era un personaje. Resulta que el hombre en cuestión lleva 8 años trabajando como guía, pero previamente había estado en el ejército luchando contra los rebeldes en Sumatra y acabó desertando en un momento de inestabilidad política. Cómo no, tenía mil historias que contar.
Como regalo final, justo antes de parar para dormir, pasamos por el palmeral lleno de luciérnagas. Parecía que teníamos a los lados miles de árboles de navidad en plena acción. Mañana toca ir a Yogyakarta. A ver qué tal se da.