Kazán
- lectura de 6 minutos - 1135 palabrasHoy hemos visitado Kazán. La ciudad es muy diferente a Moscú, mucho más pequeña, mucho más cutre y mucho menos cosmopolita.
Primera aventura del día: dejar la mochila en consigna. Conseguido con bastante esfuerzo diciendo “kamera, kamera”. Luego un pago de 90 rublos por mochila y grandes habilidades mímicas para pedir entrar y que me dejara sacar una cosa de la mochila (baterías para la cámara de fotos).
Segunda aventura, que sucedió más o menos a la vez: sacar el billete para el tren del día, Kazán - Ekaterinburgo. Esta fue fácil porque la máquina tenía menú en inglés.
Siguiente aventura: ir a un McDonald’s a por una cocacola que sirvió de desayuno. En el McDonald’s tienen wifi. (De hecho fuimos a McDonald’s a por ella)
Luego recorrimos la ciudad. La ciudad está básicamente en ruinas, calles con el asfalto totalmente sin mantener, edificios derruidos, etc. Pero, a diferencia de Turquía, sin basura por las calles. Sí que había, eso sí, mucho polvo producto de que están reconstruyendo la ciudad para tenerla decente para la Universiada de 2013, que se celebra en Kazán. Todo en ruinas, pero todo en reconstrucción, en todos los edificios obreros trabajando arreglando fachadas, poniendo suelos…
Kazán tiene una calle muy turístico-comercial llena de vida, había tiendas de souvenirs (que en ruso se dice suveniri, pero escrito en cirílico, claro). Como monumento de la calle destaca la torre de la campana “tower bell” con la iglesia cirílica que tiene detrás. La torre es del siglo XVI.
Fuimos hasta el Kremlin pero no tuvimos fuerzas para entrar porque llevábamos 18h sin comer y hacía un sol de justicia, así que fuimos a un restaurante que estaba un poco lejos, pero fenomenal. Bachelor’s shelter muy recomendable, bueno, bonito y barato, tal cual.
Un detalle con importancia que se me ha olvidado: Kazán es una ciudad de más de 1000 años de historia con orígenes musulmanes. El monumento principal de la ciudad es la mezquita de Qol-Şärif (o Kul Sharif si el nombre se transcribe del ruso y no del tártaro), que está dentro del Kremlin (que en ruso es más o menos Kriemli). El Kremlin es patrimonio de la humanidad por la UNESCO con todo merecimiento; la muralla es de color blanco, con las torres también de un bonito color blanco. Volviendo a la mezquita, es, por fuera, de un color azul turquesa a juego con nuestras camisetas del día. Además es diferente a las mezquitas normales, por la entrada principal no se accede a lo que es la sala de rezar sino a una especie de sala de exposiciones. Común a todas es que ten hacen taparte las piernas y el pelo. La sala de rezar está una planta más arriba y no se puede visitar, pero se puede hacer algo mucho mejor: verla desde lo alto subiendo por un lateral. Hice unas fotos y un vídeo que quedaron muy bonitos, luego me di cuenta de que estaban prohibidos, pero hechos quedaron.
Tatarstan… es una república. Sólo el 40% de la población es rusa, el resto son tártaros o mezcla. Son muy nacionalistas ellos, dentro del kremlim tienen la residencia del presidente de Tatarstan, por la calle se ve alguna bandera de Tatarstán pero no rusa… Nuestro guía moscovita era tártaro y no les tiene ningún cariño a los rusos. Nos contó que para entrar en la brigada de élite del ejército cuando haces la mili tienes que medir cierta altura y tener aspecto eslavo, así que los tártaros no valen. Los tártaros son moros achinados. Aquí el islam tiene bastante fuerza, aunque también la iglesia ortodoxa de la que hablaré un poco luego (por cierto, soy Ceci).
Después del Kremlin fuimos a ver el convento con el icono de la virgen de Kazan, pero estaba en obras y no vimos nada. Seguimos nuestro paseo hacia una iglesia luterana que tampoco encontramos y por el camino nos paramos en un parque que habíamos visitado esta mañana para ver un partido de fútbol. Al rato nos dimos cuenta de que había algo raro, porque los allí presentes estaban hablando en inglés y las chicas de al lado hablaban alemán aunque Claudio no las entendía. Se nos acercó una chica y nos preguntó si queríamos jugar y nos explicó que eran holandeses (de ahí que Claudio no entendiese el alemán) en un “proyecto para el colegio”. Vamos, que eran una ONG encubierta dado que Putin no permite las ONGs en este país por ser peligrosas fuentes de espionaje. Fue muy curioso ver la mezcla de rusos y holandeses allí todos juntos.
Una vez reposados (las paradas eran todas estratégicas para descansar del horrible calor húmedo que impregnaba la ciudad) fuimos a ver la catedral de San Pedro y San Pablo. Muy bonita, la más grande del lugar y vimos una misa ortodoxa. Para empezar no hay bancos, la gente está de pie; el cura está de espaldas a los feligreses y para santiguarse lo hacen al revés, primero derecha y luego izquierda. Cantan muy bien por cierto.
Finalmente volvimos al centro a por una cocacola al McDonald’s y en busca de postales en las tiendas de souvenirs. No hay, las venden en bloque o nada, asi que nada fue, que no queremos peso.
El fin de la visita llegó con el supermercado donde compramos la cena que nos haremos en breves: pan, nutella, una lata que creemos de atún, una ensalada de esas tipo Isabel y agua. Recemos porque esté bueno todo. Me niego a pasar un ayuno de 18h como el de hoy.
Lo mejor ha sido el tren de hoy. Compartimos vagón con un par de rusas que no hablan inglés o eso dicen ellas, algo chapurrean, pero ya no están con nosotros, se han ido con un grupo de chicos que llevaban 2 botellas de vodka, desde luego mucho más interesantes que nosotros
Es difícil describir lo cutre que es este tren. Para empezar diremos que estamos sudados sudados sudadísimos y preferimos dormir así que ir al baño a pasarnos una esponja de lo mal que huele. La cisterna es un pedal que por palanca abre una tapa donde se acumula la mierda. Las ventanas están asquerosas, las cortinas no me atrevo a tocarlas… según parece todo esto somos unos señoritos, pero para nada. Hemos decidido ser como los locales, nos da igual todo, vamos hechos unos guarros, nos limpiaremos con las toallidas dodot que trajimos y listo.
La ventana de nuestro compartimento estaba tan dura que tuvimos que llamar a papá (chico que se encarga de limpiar vagones, administrar sábanas limpias, etc) para que la subiera, que yo no podía, Claudio tampoco y el último tramo ni el chico forzudo, tuvieron que hacerlo entre dos.
Mañana cambia la hora, más dos. Llegaremos a las 11:44, casi la hora de comer.