Un dentista en el tren
- lectura de 2 minutos - 285 palabrasComo decía Ceci al final de la entrada anterior, muy curioso este señor, que no me ha dicho su nombre y no habla alemán demasiado bien. No entiende las preguntas que le hago así que contesta a lo que quiere, pero cuenta cosas interesantes. Por ejemplo, le dije que cómo se decía Rusia en ruso y no me entendió. En su lugar me contestó que en Moscu había un 90% de rusos, pero en Kazan sólo había un 40%; el 50% son tártaros y el otro 10% que falta de otras razas. Me quiso contar algo de las nacionalidades de Rusia, pero su alemán no se lo permitió, sí que me dijo que eran 8. Conoce bastantes sitios de Rusia, estuvo 30 años viviendo en Siberia en una ciudad a 200 km de Novosibirsk, también conoce Vladivostok. No me dijo por qué hablaba alemán, pero sí sé que estuvo en Köln (Colonia). Luego me sacó unos moldes e implantes y me estuvo explicando como funcionaba el mecanismo de poner un implante y me pidió que le hiciera una foto, cosa que hice.
En un momento de la conversación comparó su teléfono con el mío y yo le dije que el suyo era mejor. Él me dijo “iPhone, América, buena tecnología”, yo le contesté con una pregunta: ¿es mejor la tecnología americana que la rusa?. Respuesta rotunda: no. Luego me explicó que los rusos tenían muy buena tecnología militar.
Finalmente, como colofón, me hizo un regalo: un ejemplar de la revista rusa “implantología dental” dedicado. Él sale en la primera página y la revista habla de un caso clínico llevado por un estudiante suyo.
Primera noche en un tren ruso: bien. Ahora a ver si duermo.